Estás,
te tengo,
y mientras te tengo,
no estoy.
Quizás esté detrás de tus ojos,
refugiando la mirada,
quizás entre tus labios
protestando una sonrisa,
en las manos y sus miles de caricias
quizás entre lo que pensamos y lo que hicimos
entre lo que lloramos y reímos,
entre lo guardado y lo vivido
entre lo cotidiano y el olvido.
El tiempo deja de jugar sus fichas
el universo se consume, se hace trizas,
no importan las mascaras y las circunstancias,
encontrarnos, no requiere de física.
Lo impensable e imposible,
el pasado y el futuro,
confluyen en el mismo instante
en el que no soy ni eres
sino somos para siempre.
Aunque separados
mire las estrellas y no me cobijes
aunque no exista el “para siempre”
porque solo vivimos una pequeña parte
yo se que estuvimos y estamos
en este cielo, en esta tarde
entre estos cerros
porque mi corazón agitado
cuando escucha tu nombre
o los vaivenes en mi cabeza
cuando juegas a entenderla,
los besos de coral,
las lunas de fuego y de cristal
son la prueba de que el paraiso terrenal
existe en nuestros ojos eclipsados en la eternidad.
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