El café se sirvió frío,
algo había cambiado en aquel desayuno.
Ya no eramos los mismos y sólo había pasado una noche.
¿Puede enfriarse el amor, como una infusión servida antes de tiempo?
Es que el tiempo es preciso y cruel.
No sabe de esperas, de cambios, de extrañar.
No sabe lo que sentimos ayer y mucho menos lo que nos pasa hoy.
Ni siquiera nosotros lo sabemos.
Se huele en el aire lo extraño.
Mientras muerdo una tostada con mermelada de damasco,
miro fijamente tus ojos y no te veo.
Ya no estás del otro lado, te perdiste en otro momento.
Quizás estés dónde el café sigue tibio.
Eme. :)
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