Cambiaste el sentido de mis cosas a tal punto que he llegado a odiar ciertas palabras. Pasaste por mi vida como un tren que se olvidó de parar en algunas estaciones, llegó a la ante última y dejó de funcionar. Como te mencionaba anteriormente, las letras formando un nombre propio o sustantivo ahora pueden ser filosas espadas que acuchillan los mas nostálgicos recuerdos del ayer. Y es así que hasta algunas esquinas no he vuelto a cruzar, ni he vuelto a visitar por temor a que los fantasmas de tiempos pasados aun estén allí.
Cambiaste los espacios, el tiempo que parecía eterno. Todo es eterno mientras dura. Devaluaste el significado de muchas cosas que ahora al no tener valor ya ni recuerdo. Embargaste las ganas de sentir profundo. Fue como zambullirse en el océano para darse cuenta que bien al fondo, no había nada más que algas, las mismas algas que la corriente deposita en la orilla del mar.
Y yo estaba ahí, creyendo que había descubierto oro. Pensando que tenía en mis manos un tesoro invaluable. Al poco tiempo de esta certeza, barría las cenizas de un amor que fue llama.
Y si, donde hubo fuego, cenizas quedan. Pero esas cenizas están dentro de un cofre al cual recurro de vez en cuando. Puedo tomar la decisión de abrirlo o mantenerlo cerrado. Pero se me hace imposible tirarlo. Sigo creyendo en vos.
Eme. :)
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