Lo miraba hablar como sabiendo sobre el tema que trataba. Pero por su mente circulaban muchas otras cosas que poco tenían que ver con el tópico del día. De vez en cuando alguna palabra llegaba a sus oídos (guerra, potencias, muro). Su casual recepción de conceptos avivaban aun más el fuego de la divagación.
Y es que con sueño y ganas de no estar allí, es imposible prestar atención. Millones de ideas y de definiciones se peleaban por sobresalir. Más allá de toda GUERRA, la POTENCIA dominante era la nada. Parecía haber un MURO que separara mi mente de todo tipo de historias ajenas.
Dentro de ese muro, estaba la ciudad de los pensamientos. Una ciudad tirana. Sin elección democrática, un presidente de facto se dispuso a gobernar mi cerebro. Desde entonces se encuentra bajo la dictadura de los recuerdos.
Eme. :)
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